Dime, ámame
que me estás deseando
que con todo el corazón
imaginas mi cuerpo
mis besos guardas
en tu oración a Dios
que son versos
los que imaginas
por las noches
pensando si yo estaré sola,
pura con mi almohada
si estoy desnuda
entre mis sábanas
que me acarician
en tu ausencia
sintiéndome húmeda,
con las piernas abiertas
que iluminan
el resplandor de la Luna
en mi habitación oscura
mientras en las estrellas
dibujas para mí
un corazón,
siento que navegas por mi piel
que el tacto de tus manos
toca lo que nadie ve
mis senos se vuelven firmes
mi pecho está en tu sed
en la que se ahoga tu respiración
sintiendo el tacto de mi piel,
siento que me vuelves tuya
que tus labios me surcan
me envuelven y me arrullan
que no tengo nada que temer,
en esta oscuridad
que no es de penumbra
en la que erizas mi piel
y me besas
con la sal en tu sed,
y yo me siento mujer
porque tú eres el hombre
que esclaviza mi piel
cada poro que acaricias
en la que soy
la dueña de tu ser,
sin que necesites
de más medidas
ni manos que querer
que te atrapen en tu cuerpo
en tu sexo y en mi sed
que gime en el silencio
sin yo tu alma querer,
sólo quiero
que a mí me adores
que me entregues
lo que a Dios le escondes
que sin mí no sepas
que hacer,
y sólo para que no llores
no tengas miedo
de tu alma perder
será mi cielo
el que te toque
te hará por mí morir,
sea lujuria o no
no querrás negarte a mí
sino a Dios
al que nunca
alcanzarás
a ver.